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Los estándares de belleza: cuerpos delgados

Los cuerpos delgados siguen dominando la industria de la moda a partir de las influencers, quienes han suplantado el papel de las revistas de moda


Los estándares de belleza


Los estándares de belleza siempre han sido una variable. Conforme nuestra sociedad cambia, también cambia lo que consumimos y la imagen que queremos proyectar.


Pienso en el Renacimiento, principalmente en los retratos de Ana Bolena, y cómo las mujeres se afeitaban una parte del cabello más cercano a su rostro para agrandar el tamaño de su frente. Luego pienso en una compañera de la escuela que tenía a los 11 años —por ahí del año 2007— y lo acomplejada que se sentía con el tamaño de su frente, alegando que era demasiado grande.


Retrato de Ana Bolena con frente pronunciada. Gigi Hadid dentro de los estándares de belleza actuales.


En este caso no me quedaría más que preguntar: si pudieran elegir para verse “guapas”, ¿se decidirían por una frente amplia o una “regular”?


Es cierto que entre un caso y otro hay más o menos 600 años de por medio, pero no es más que un claro ejemplo de que, al final de cuentas, la belleza es subjetiva y con el tiempo no hará más que cambiar.



El papel de la industria de la moda en los estándares de belleza


La industria de la moda se ha posicionado como una de las más grandes influencias dentro de los estándares de belleza.


Ésta se convirtió en un ideal y la máxima aspiración de muchos, así que las grandes editoriales de moda —dígase Vogue o por completo Condé Nast—, en colaboración con las marcas de alta moda, se han encargado de dictarnos cómo deberíamos de lucir en orden de convertirnos en uno de ellos.



Modelo que obviamente seguirían otros miembros de la industria, como el fast fashion, y luego los productores “locales” que buscan un lugar en los clósets de —mayoritariamente— la mujer “moderna”, diciéndonos que si les compramos a ellos nos veremos tan bien como si tuviéramos una prenda Prada, pero dentro de nuestro propio presupuesto.


Así es cómo, en la mayor parte de los casos, lo que digan, hagan o muestren estos diversos medios, nosotros intentaremos adoptarlo para estar a la altura y vernos “bien”.




La delgadez como el máximo estándar de belleza


Siguiendo la referencia del Renacimiento y las frentes pronunciadas, la indumentaria o la ropa que usemos no es el único factor que debemos considerar para vernos “bien”, sino que también debemos fijarnos en nuestra apariencia física.


Dicho lo anterior en cuanto a las editoriales y marcas de moda como máxima referencia de cómo debemos lucir, éstas han perpetuado la delgadez como aquello que debemos alcanzar.


Justamente veía The Devil Wears Prada —la película protagonizada por Anne Hathaway y Meryl Streep en 2006— y cómo los personajes de Andrea y Emily, sumidas en la presión de trabajar en una revista de moda, constantemente hacen referencia a su peso y a sus esfuerzos por mantenerse delgadas.


Emily dice que está en una dieta en la que no come nada y, si está a punto de desvanecerse come un cubito de queso, alardeando que está “a una diarrea de su peso ideal”.



Andrea es descrita por Miranda como la chica “inteligente, pero gorda” y constantemente presionada por Nigel, alegando que ser talla 6 es excesivo para alguien dentro de la industria.


Este no es más que un ejemplo sencillo de la presión sobre ser delgado que transmite la industria de la moda. Y me parece que todo esto comenzó con el hecho de que, desde siempre, los diseñadores preferían cuerpos delgados para mostrar sus creaciones, porque así éstas se podían visualizar “mejor”, sin pliegues o “deformaciones” ocasionados por la naturaleza del cuerpo.


Fue justamente en los 90’s cuando todo esto se salió de control y llegamos a un ideal de belleza imposible de mantener que se prolongó hasta los 2000's y que actualmente no ha desaparecido.



La delgadez como estándar en el ahora


Hoy en día, las editoriales de moda se encuentran en crisis y ya no constituyen la misma influencia que antes, hemos dejado de escucharlas. Sin embargo, seguimos contando con figuras que nos orienten sobre cómo debemos de lucir. Las influencers de moda y de belleza han adoptado ese papel.


Tres de las influencers de moda mejor pagadas, Leonie Hann, Camila Cohelo y Chiara Ferragni.


Constantemente —y seguramente otras chicas al igual que yo— estoy en busca de “inspiración” en cuanto a tendencias y cómo vestirme y, por lo regular, estas figuras son estas influencers de moda y belleza.


Tablero de Pinterest al buscar "outfit inspo", todas mujeres delgadas y blancas.


Actualmente, nos encontramos atravesando una revolución, como sociedad estamos levantando la voz por una inclusión, luchando por la aceptación de la diversidad de cuerpos; lo vemos en las pasarelas de las marcas de alta moda, como Jacquemus o Versace.


Sin embargo, al buscar “inspiración para vestirnos”, nos seguimos topando con esta figura femenina “perfecta”, que tiene que ser blanca y delgada. Me pregunto, ¿por qué si somos nosotros quienes ahora dictan las reglas del juego, seguimos posicionando un estándar que poco nos representa y que más comúnmente nos reprime y nos condena a ser de una forma, no aceptándonos como somos?


En mi caso, a partir de la cuarentena, ahora que intento reincorporarme a mis actividades sociales y busco “vestirme” —dejando atrás las pijamas y la ropa cómoda para estar en casa—, me doy cuenta que la mayoría de mis pantalones ya no me quedan; sí, aumenté mi masa corporal. Y me castigo pensando que “estoy gorda” y que debo hacer algo para regresar a una talla que claramente ya no soy. Sigo teniendo esa presión en mi cabeza por lucir delgada, por verme como las chicas en Instagram.


Ahora nosotros tenemos el poder desde nuestros celulares y red de internet a partir de nuestro like, las marcas de moda se ven en la necesidad de escucharnos y no más a las editoriales. Las propuestas interesantes no sólo vienen de cuerpos delgados, la innovación y creatividad para influenciarnos sobre moda también puede llegar de otro tipo de cuerpos.

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