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La funcionalidad de la moda: la conceptualización de una idea y nuestro propio estilo

La industria de la moda posee una función que va mucho más allá del “verse bien”, pues responde al desarrollo de una idea y el reflejo de nosotros mismos a través de lo que vestimos.


Hay muchas cosas que pasan por mi cabeza a diario, seguramente que por la suya también. ¿Acaso no es eso lo normal? Lo inusual sería que no pasaran muchas cosas por nuestra cabeza a diario. Imagino que por lo regular seguimos una línea de pensamiento, y nos concentramos en temas a los que, ya sea consciente o inconscientemente, les delegamos cierta relevancia; pero al final de cuentas siempre terminan pasando muchas cosas por nuestra cabeza.

En fin… el punto aquí se está perdiendo. La cosa es que siempre tengo muchas cosas en la cabeza, y últimamente tres son recurrentes que forman un hilo conductual y me llevaron hacia la funcionalidad de la moda, o a cuestionarla, a preguntarme ¿para qué la moda?

Así que aquí les voy a enumerar esas tres cosas que me han rondado la cabeza y que he relacionado:

1. Alexander McQueen

Últimamente he pensado en Alexander McQueen. No en la marca como tal, ni lo que recientemente ha producido. No precisamente en el diseñador como un personaje, aunque me imagino que sí tiene algo —o mucho— que ver. Sino, en sus diseños, aquellos que salieron de la propia mano del legendario artista que conocimos y recordamos con ese nombre.

He pensado, como parte de los diseños en sí, en el estilismo que se manifiesta principalmente en cada pasarela —y no cuando las piezas son tomadas aisladamente—. He estado pensando que, cuando se trata de McQueen —aunque no única y exclusivamente, sino como un ejemplo representativo—, no sólo hablamos de una pieza para vestir —ya sea una falda o un pantalón, etcétera— que bien podría gustarnos mucho —o no—, sino que se trata de todo un concepto que se construye con el resto de la indumentaria y los performances que ocurren en la pasarela.

Pienso en un ejemplo muy específico, el cual probablemente ya han visto porque tampoco es un secreto. Pienso en una de las piezas que McQueen presentó en una de sus últimas colecciones, spring 2010 ready-to-wear; y pienso en lo que Naomi Campbell usó en la alfombra roja de los Elle Style Awards 2010.


Efectivamente, el mismo vestido, pero que, al mismo tiempo, luce tan diferente. Todo radica en el estilismo: los zapatos, el peinado, el maquillaje… Es en este caso —y seguro que posiblemente muchos más, si no es que en todos—, el estilismo funge como una parte súper importante para presentar el concepto del diseñador, esa idea que trae en la cabeza y quiere transmitir, eso que quiere decir, dar a entender, manifestar. Hablamos de más que simplemente un vestido.

Siento que Alexander McQueen —y no única y exclusivamente, reitero— se pierde un poco sin el estilismo que vemos en la pasarela. Y éste es un buen ejemplo para el punto al que quiero llegar.

2. Rodarte

Hace mucho ya, leí a alguien preguntarse cómo la estará pasando Rodarte (ya saben, esta marca en la que Yalitza Aparicio participó en una campaña y usó para los Oscar’s en el 2019 —he aquí un valioso ejemplo que ustedes ya han visto hasta el cansancio:)


La cosa es que, por la pandemia, las actividades y eventos sociales habían pasado a un segundo plano hasta el punto de cancelarse o posponerse indefinidamente. Aunque, para todas las marcas de lujo, la pandemia ha significado una baja en las ventas, @fashiontheorist (quien se dedica a hablar en su plataforma sobre esta parte económica y política de la industria de la moda) se preguntaba particularmente por la situación de Rodarte, pues las alfombras rojas son su fuerte, y no había habido alfombras rojas por un buen tiempo.

Sea como sea, la cosa es que @fashiontheorist me explicitó algo que inconscientemente ya sabía: Rodarte no es una marca que se dedique a producir ropa para nuestro día a día. De esta manera, Rodarte no posee un sentido funcional, no usas Rodarte porque necesitas vestirte, ni siquiera usas Rodarte porque quieres verte FaShIoN como chica de Pinterest, es algo que va mucho más allá que incluso simplemente “verte bien” —y lo pongo entre comillas porque ¿qué es verte bien?, ¿según quién te ves bien o no?, demasiada subjetividad.

Y para eso simplemente nos basta con sumergirnos un poquitito en el Instagram de la marca en cuestión y entender que, aunque tuviéramos miles de dólares de sobra en nuestra cuenta de banco, probablemente ni aun así adquiriríamos un Rodarte para nuestra vida cotidiana.

3. ¿Por qué nos maquillamos?

Ya por último, para no hacer su agonía tan grande, leí en twitter una afirmación en la que se manifestaba que las personas no se maquillan para verse mejor. Lo que me llevó a preguntar ¿para qué nos maquillamos? Y, por si tengo que, aclaro que mi pregunta no era en mal plan, era completamente legítima, en serio quería obtener una respuesta diversa.

Y fue precisamente eso, una respuesta diversa, lo que obtuve. Así que aquí se las voy a compartir, porque vale más que lo lean de primera mano a que yo se las cuente. (Oculto a la persona porque la verdad desconozco por completo si quiere que la comparta, espero que sí y no me odie).


La cuestión aquí radica más en un medio de expresión y una conceptualización de algo.


Conclusiones

Quizá todo lo que ya adjunté sobre el maquillaje haya hecho toda la tarea por mí. Porque la cosa está en llevar todo eso que se dijo sobre el maquillaje a la moda —aunque el maquillaje por sí mismo forma una parte fundamental de la moda, sólo que aquí nos dedicamos a hablar más de la parte textil y el calzado.

Vemos personas —tal vez como nosotros mismos, nosotros que escribimos esto y ustedes que lo leen— interesados en la moda desde diferentes perspectivas. Y también vemos a otras personas criticando a las primeras, sugiriendo un argumento que se centra en señalar una motivación banal.

Nadie estamos obligados a interesarnos en la moda, ni siquiera a tener una opinión —ya sea buena o mala— sobre ella. Pero es precisamente este segundo grupo de personas que mencionamos los que parecieran tener una venda grande sobre los ojos, pues no pueden ver mucho más allá de lo que la moda aparenta ser.

Pienso que, por ejemplo, es muy sencillo amar a la industria de la moda al mismo tiempo que la odias. Porque, al ser consciente de ella, también percibes todas sus imperfecciones: es verdad que es una industria racista y clasista, que en muchos sentidos ha constituido un retroceso social marcando desigualdades e imponiendo una cultura de odio y estándares inalcanzables que dañan nuestra salud mental. Eso no es ningún secreto, y cada amante de la moda debe ser completamente consciente de ello y legitimarlo en aras de mejorar la industria.

Pero también es cierto que la moda tiene un sentido que radica más hacia la conceptualización.

¿Cuál es la funcionalidad de la moda? Así como el maquillaje, no nos embarcamos en la moda para “vernos mejor”. Es ahí donde todos aquellos que la tachan de superficial sólo dejan en evidencia lo limitado de su perspectiva.

La moda también es una forma de expresión, como todo arte. Creamos un concepto y lo materializamos de una manera muy particular, así como unos en la pintura, otros con la escultura, algunos con la escritura —incluso hablamos de un concepto tan grande que se reproduce dentro de estas actividades mencionadas—. Con la moda podemos decir mucho sobre la percepción de nosotros mismos que tenemos, influir en la percepción que los demás tengan de nosotros según nuestra conveniencia, demostrar nuestra identidad y materializar un rincón de nuestra mente sobre nosotros mismos: nosotros somos ese lienzo en blanco en el que plasmaremos esa idea que ronda por nuestra cabeza.

Creo que la moda es el reflejo más cercano que hacemos de nosotros mismos.

Una vez me dijeron que parecía que la moda —concretamente la ropa— era lo único que me importaba. Me lo dijeron de una forma despectiva, connotando que era algo muy superficial de mi parte. Pero creo que eso sólo demustra la visión tan limitada de la persona que emitía las palabras.

Creo que en situaciones difíciles —sobre todo cuando hablamos de aquellas referentes a nuestra salud mental—, uno debe aferrarse a lo que todavía genere una pizca de entusiasmo en su ser. Y para mí la moda era eso cuando me dijeron aquella cosa tan juzgona en el momento que mi cabeza no encontraba norte, no encontraba nada que la satisficiera y la hiciera feliz.

Para mí la moda ha sido esa ancla que me mantiene, a la que me aferro, y no permite que me pierda o adentre en el mar sin dirección. Al mismo tiempo, ha sido esa herramienta para sentirme cómoda conmigo misma, al menos en lo que hay encima de mí.

Y aquí llega otra pregunta: ¿qué es estar a la moda? Muchos, aquellos que piensan en la moda como algo frívolo, seguramente acuden inmediatamente a la idea de que la moda es lucir como la chica FaShIoN de Pinterest. Pero no es cierto. Piensen en lo que les contaba sobre McQueen, en la conceptualización que hacía en cada pasarela, en el estilismo que acompañaba a cada diseño: creo que todos nos embarcamos en la moda desde que elegimos qué pantalón comprar, y cuando lo usamos y decidimos qué lo complementará —blusa, zapatos, y quién sabe si más accesorios—, porque ese juego que hacemos es el estilismo, que elegimos para nosotros mismos, y es una muestra de lo que somos, de lo que creemos y de lo que queremos reflejar.


Y ya por último les dejo esta humilde opinión:



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